Solitarios como fantasmas en el bosque. Durante algunos años, reúnen en torno así una actividad frenética, campeonatos de invierno, multitudes, cámaras, deportistas... Pero llega un día en que, por algún motivo, el viejo trampolín de esquí deja de ser el foco de atracción y todos huyen hacia otros lugares, dejando tras de sí a estos gigantes para que los devore el tiempo.
El trampolín que aparece sobre estas líneas está en la ciudad de Murmansk, en Rusia. No hay mucha información sobre su pasado, pero sí una
magnífica colección de fotos donde se aprecia en su plenitud de gigante desvencijado, con sus listones de madera reventados por el abandono. Pero no es un caso aislado. Una rápida
búsqueda por la red nos ofrece decenas de ejemplos de otros trampolines en la misma situación, escondidos entre los árboles y cubiertos por el hielo, hasta el punto de que se diría que en cada bosque nórdico hay uno de estos colosos perdido entre la maleza.
Este otro está localizado en Hämeenlinna, Suecia Finlandia, y la fotografía está tomada en verano. De él no sabemos mucho, sólo que se levanta entre los árboles con el hormigón descubierto, viejo pero con algo de dignidad. Tal vez mejor así, no conocer demasiados detalles e imaginar que somos nosotros los que, como en un cuento, caminamos un día por el bosque y nos encontramos con uno de estas torres, como un palacio abandonado de otra época.
Más imágenes en: Ralphmires.
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